sábado, 27 de diciembre de 2014

Lo que duele en el alma...


La vida me ha enseñado que las diferencias entre las cosas y los seres vivos no existen.

De hecho muchos seres humanos viven y son tratados e ignorados como cosas. Dejados a un lado cual objetos sin vida, sin importancia... y son tratados o amados, vaya palabra!!!, cual trasto o mueble viejo.

Aquel mueble necesario, presa de la costumbre, que está alli pero que incomoda, que no se extraña, que no se toca.... y lo ven de refilon, lo tratan  a lo rápido, dejándolo de último, queriéndolo con la ley del mínimo esfuerzo... sin ningún tipo de atenciones aun cuando pareciese que sí, entregándole migajas, sobras, cansancios o los últimos quince minutos de su tiempo cuando todo lo importante, interesante  o prioritario ha pasado.... Cuando acaba el día, para aparentar un inusitado interes.    

A veces hay más contenido, cercania e historia entre las cosas que entre los humanos.

Como la mesa aquella de sala y la imponente lámpara puesta sobre ella... la mesa la sostiene en una clandestina complicidad. La lámpara la contiene y la abraza confiada con su intenso calor.
Juraría que jamás se sienten solas ni ignoradas...

Que el lado oscuro de la libertad es  compartir cercanias temporales y caer posteriormente en la despiadada soledad..... y el precio de la compañia, viene siendo el mismo, la implacable soledad sabiendo que se está acompañado pero a la espera, que se está cerca pero de modo tan distante.

Que hay días en que los humanos no conversan ni siquiera con la mirada. Que se evaden con despiadada naturalidad, cual sarna ponzoñosa, que no se tocan ni se abrazan.... mucho menos ni por accidente, no lo quiera Dios, se besan... Es esos días que los silencios ofenden, incomodan y producen en la psiquis  replanteamientos que duelen y dudas que espantan...

Y es que en esos días, noches y madrugadas se notan las distancias con claridad meridiana, brotan las diferencias que se pretendian ocultar  y  la verdad abofetea tu cara...

No sabes si sorprenderte con la revelación de tus pensamientos o enojarte por decidir dejarlos pasar....

Entonces, solo entonces duele el alma a una de las partes. La que lo nota, la que lo ve, aquella a quien le duele el alma...  la que espera un milagro, un cambio o una novedad...

La otra solo evade, ignora y se convence de que no pasa nada...    

Y no importa las distancias que recorran, el cambio de escenario, la salida de ciertos actores de la trama, las alegrias pasajeras por festejos o terceros, las sorpresas rogadas.... el distanciamiento sigue alli, el vacio retumba entre aquellos personajes....

y solo uno lo ve, solo uno... el que entregó el alma. el que confió, el que espera..... el que se atrevió a soñar...

Por eso se dice, que soñar.... soñar no paga!

Ni confiar, ni entregar... mucho menos esperar... 

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