lunes, 18 de julio de 2016

PIELES

(Mi experiencia diaria en el metro)


Señora indiferencia
vuelvo a encontrarla
ensartada en jaulas de metal

Galopando entre seres silentes
ahuyentando la soledad
cual aves viajeras atrapadas en pasmosa calma
con dirección al matadero
                  con dolores que espantan
                                y sus tristezas a cuesta

Tu piel
         mi piel
                 nuestras pieles se rozan
                                                    asustadas
                                     entre asco y curiosidad

Gacelas que se esconden en su propio eje
       Matorrales que se multiplican sin lluvia
                              con dobleces que temen hablar
                                       Gimen
                                              Gritan
                         aireando verdades

Y sucumbo ante sus colores con destellos de luz opaca
      como primaveras convertidas en otoño
      troncos bravíos reducidos a ramal
                                          
Pieles
          Terciopelo o arena
              malolientes o con fragancia a jazmín
Pieles
          Oscuras
               Pálidas
                         Manchadas
                                         Vestidas
Pieles
           Llenas de mentiras
                      con surcos
                            estrías y cicatrices
acordeones vacilantes de tul
Pieles
         Alfombras imperfectas  
         volcanes, colinas, ríos que sueñan con volar
         sucumbiendo al vaivén del camino
         con rumbo conocido, resignadas
                                            sin norte ni brújula.

Miradas escondidas bajo pesados párpados
portones de hierros que encierran susurros 
Susurros que lloran y rezan sin fe
Susurros cansados de esperar

Inquieta me pregunto
¿De qué está hecha la piel?
y me pierdo en mis recuerdos
envuelta en cuerpos sudorosos con sabor a miel
cuerpos en los cuales me perdí
esclavitud de mis desvaríos  

Pieles de tiburón 
                        con sabor a mar
Pieles de algodón
                        sintiendo su calidez
cual suave lienzo de seda
                       sabor de la ambrosía,
de mi pasión emergente
                       al alba de cada día.

Colores 
cual refugio de estrellas fugaces
titilando de esperanzas y ansiedad
alfombras carnales donde se estancan emociones
como néctar suave
Antesala de penas y dolores
Recipiente pletórico de besos y abrazos
Faro y muelle de tormentas.

Y me arropo con mi piel color canela
sintiéndome viva
dentro de tanta incertidumbre
regodeandome de planes malévolos
descifrando crucigramas 
salpicada de amargas despedidas 
  atardeceres 
             olvidos
                amaneceres
                         sinsabores 
                             esculpidos de fantasías, 
                                        esperanzas y sueños 

Pieles
manuscritos de pasión
con el tiempo conservado en cofres de cristal
Pieles 

finos tapices encogidos por el dolor
carnes juveniles encendidas cual hogueras

Pieles bronces
           Pieles nacaradas
                      que acaricio con mi lengua,
                                      respirando sus esencias
dilatando mis pupilas, mis poros y ensenadas

Cuerpos desconocidos que reaccionan ante el breve roce
de mis manos deseosas
de cabos que penetren  
                          mi impetuoso mar




Pieles 
que observo
                  trago
                       imagino
                                deseo
Pieles ajenas 
que despiertan mis sentidos
mientras en mi recorrido 
escribo esta historia a mi manera
para escapar de mí 
para huir del mundo....

domingo, 6 de marzo de 2016

MICRORRELATO FANTASTICO "EL ESCAPE"

Es uno de esos días particularmente repleto de un ambiente pesado, donde el Sol amenaza con exterminarnos y las horas avanzan lentamente.     

Día tedioso, sin tiempo ni deseos de hablar.  

Nuestra oficina, su cárcel, a duras pena aparenta serlo.
 “Compacta” por no aceptar su aspecto miserable. Lúgubre, fría cual morgue y con colores que deprimirían hasta a los “maestros de la Felicidad”.  Es un espacio de “dos por dos”, en el cual aún desconozco como ambas podemos coexistir sin agredirnos.

Lo comparto con mi compañera de trabajo, confidente y algo más.  Soy su Jefa además de su carcelera. Yo, hembra “Alpha”. Ella, dócil cual brisa de verano. Ambas, con caracteres, realidades, edades, prioridades y sobre todo adicciones diferentes.

Ella, para mi bien, sentada muy cerca de mi, casi cual loro apoyada en mi hombro derecho. Dándome lateralmente la espalda, avanza en sus obligaciones, negada, sin  mostrarme su cara, absorta en sus propios pensamientos. Siempre  silente y nerviosa llenando formularios los cuales debían estar listos para “ayer”.

Yo, analizando reportes financieros y pensando en ella.  Lo único rescatable de mi trabajo es su presencia y “nuestra hora” de almuerzo.   Siempre vamos juntas. Tenemos dos largas horas para comer y perdernos en caricias que  repasan solo mi cuerpo.
               
Las 12:00 menos diez. Presurosa dejo mis reportes  en pausa.
-      
L    Llegó la hora mi amor -  Al fin. Lo único que vale la pena en nuestro día - le insinúe con algo de picardia y ansiedad.

Silencio. 
Sin risas ni complicidad. 
Sin siquiera voltear a encontrarse con mi mirada sedienta por ella.
Le toco el hombro derecho para sacarla de su ensimismamiento. 
Caos. 
Se deshace ante mi.  Su cuerpo sucumbe hundiéndose entre mis dedos en una especie de piel arenosa que cae lentamente, sin poder dar crédito de lo que observo, sin poder evitarlo, sin detenerlo.
Desvarió. Observo la pequeña ventana que separa nuestro microcosmos del resto del edificio y solo observo negritud.
    A mis pies, mi amante convertida en arena. Yace ella. Ahora caliente, pesada, húmeda y con olor a marisquería rancia que me obliga a tragar mis propias arcadas.

En mi desespero huyo de este escenario dantesco en busca de ayuda y el silencio me abraza. 

La negritud me impide avanzar. Desconozco lugares. 
Carezco de sensaciones. Solo caigo en picada libre sin saber hacia dónde. Sin conocer el final…