martes, 3 de abril de 2018

Herencia.

Hoy hablamos de la lluvia y el http://innovias.wordpress.com/2013/02/21/celebrando-bajo-la-lluvia/
   
     Antes de que mamá conociese a papá, los paseos bajo la lluvia eran parte de su tradición familiar. Tradición divertida  que tanto mi hermana mayor como yo, acogimos sin dudar.



     Mi abuela, una mujer del campo, remilgosa y     sin educación formal pero con mucha sabiduría, le había enseñado a respetar la lluvia, así como a
EL ALZHEIMER SE PUEDE DETECTAR 25 AÑOS ANTESamarla y aprender de ella. Observándola, escuchando sus sonidos, apreciando sus rebotes sobre el pavimento, techos, cuerpos y sintiendo su majestuosa presencia dentro de uno mismo.


Yo recuerdo con la claridad de una mente infantil sus enseñanzas. Entre ellas que cuando llueve, todo (y todos) cambian.  Sobre todo los que son mojados tras su paso ya que quedan al desnudo sin más remedio que dejar de fingir lo que en realidad no son.

También aprendí a desconfiar de esas personas que no aman esta bendición del cielo, esos que corren presurosos a esconderse, que se entristecen o maldicen en su contra.


Resultado de imagen para maria magdalena oosthuizen artistEn nuestra familia, en cambio, era motivo de fiesta.

Mi hermana y yo solíamos prepararnos en cuanto caían las primeras gotas sobre nuestro techo de zinc y se inundaba el patio. Igual hacían los pequeños del barrio y uno que otro vecino "mamulón" y ocioso, de esos que pernoctan de día en los zaguanes.

Luego, a la velocidad de la luz, nos colocábamos nuestras chancletas, shorcitos y sweaters.  Yo liberaba mi afro hasta ese momento sostenido con crueldad con colitas y corría a buscar a mamá. Bueno, hasta ese día, esa tarde, hace casi cuarenta años.

"Back" - Stephen Wright, oil on canvas {contemporary figurative artist female posterior seated woman painting} stephenwrightart.comAl verla en la cama tumbada sobre su costado derecho dándome la espalda, tanto mi hermana como yo, imaginamos que se sentía mal. No era su costumbre dormir de día ni siquiera una pequeña siesta.


- Ya habrá tiempo para descansar y dormir, cuando me llame el Señor - solía decirnos en son de broma. Aunque sabíamos que lo decía muy en serio.
Sus bromas eran así, más verdades y lecciones que otra cosa.


Sofia.... your Eyes wide open are the windows to the dark corners of your thoughts..... I love red ....... amazing!No olvidaré su cabello negro largo enmarañado ocultándonos su cara. Yo sabía que era porque pensaba en silencio. Por su respiración lenta y suave. Esa que suelen usar los adultos cuando se encuentran preocupados y la cabeza les duele de tanto coraje o dolor al punto del estalle.


Ya íbamos de salida muy calladitas, cuando escuchamos sus sollozos. Bajitos, contenidos como cuando intentas disimular que lloras. 

 - Mamá, ¿estas bien? ¿qué sucede? 

... El ambiente pesado se hacía cada vez más extraño a medida que me acercaba a ella. 

Mi hermana, dando honor a su reputación de niña madura y discreta, se sentó al pie de la cama, sin decir una sola palabra. Solo observaba sin parpadear. Así era ella.  

 - Hijas, hoy no tendremos nuestro acostumbrado paseo de la verdad, musitó mamá, como si confesase una gran falta.

Take a walk in the rainAsí lo llamaba,  paseo de la verdad. Su explicación, y que ahora, siendo ya una mujer adulta tiene mucha lógica, era que cuando llueve la vida se pasma y en ese preciso momento, todo se vuelve auténtico. Todo adquiere un tono lúgubre que de modo inevitable impacta e influye en las mentes más débiles o sensibles que se encuentran en su andar.


Me asombró su decisión, ya que cuando llovía era muy común verla en la calle, con pasos mucho más lentos, sin paraguas ni periódicos ni afanes que la cubriesen. Y con la cabeza gacha, acompañada de sí misma siempre con una sonrisa amplia en sus labios.

- Hijas, la lluvia no es un ácido ni veneno.  Son valiosas perlas que encumbran las almas más nobles o desenmascaran a los seres más viles. Sin trampas, tapujos ni atajos. Y les repito, hay que tener valor. Valor del bueno y algo de locura para bajar el paso cotidiano en un día lluvioso cualquiera. Y hoy, mis niñas, hoy no me siento valiente.

Eva close up(sold)Resultado de imagem para conceptual visuals pop photoshootsAl estar frente a ella, pude detallar sus facciones. 

Su rostro estaba cubierto de sangre seca con un color cobrizo muy brillante y un olor que todavía me espanta el sueño. 

Siendo honesta, me hizo un poco de gracia. Hoy día con dolor lo reconozco, pero en mi inocencia le hallé parecido con  mi barbie favorita, luego de ser  revolcada en el lodo, y al igual que ella, se veía usada.  Me asombró la hinchazon y los moretones lilas azulosos que enmarcaban sus pómulos. La cuenca alrededor del ojo derecho me hizo entender pese a mi corta edad  lo ocurrido.  Avergonzada trató de taparse. Fue en vano.  A pesar de ello, la logramos ver y sentimos la misma callada vergüenza.


"Let Me Help" | Photographer: Hussain Khalaf, Manama, Kingdom of Bahrain, 2010. Additional Information: Original in Color.    Esa tarde comprendí que mi abuela y mamá no siempre tenían la razón y me habían engañado o tal vez, se habían equivocado.

No eran tan sabias como yo creí. Solían afirmar que las mujeres de mi familia no se juntaban con maleantes ni viciosos ni golpeadores ni negros. Al final, comprobé por  cuenta propia que de una u otra manera  venían a ser lo mismo: basura de la misma especie. 

Despersonalizadayfuerademi: ... Y volviste!Pero mamá le creyó a mi abuela, mi abuela a su madre, mi bisabuela vaya a saber a quién y mi hermana y yo le creímos a todas, como ovejas camino al matadero en el mismo redil.

     Suerte que mamá se casó bien.

Un hombre de hermosas facciones, blanco, alto, trabajador, joven, fuerte y de buenas costumbres, la eligió. 

Mi abuela me decía “Aprende de tu mamá, que ella sí consiguió un buen partido, no como la loca de tu tía Ibeth”. 


Al ir creciendo comprobé lo dicho por mi madre y mi abuela: la lluvia todo lo descubre, queramos o no. 

Hoy llueve. Y me nace la urgencia por recordarlas. Mujeres valientes, fuertes y seguras de sí pese a la época que les tocó vivir.

Y echo de menos a mi madre, esa mujer menuda,
con silueta grácil y mirada llena de luces que se atrevía a caminar bajo la lluvia, acompañada o no. 

Sonrió con nostalgia y dolor al verme reflejada en ella.

Caigo en cuenta que mi meta era la misma que ella solía tener de niña: ser elegida por un hombre como papá. Igualítico a él. Ahora tengo mis dudas y un tardío arrepentimiento. 

Y aquí con una taza de café, acompañando mi soledad, escucho una vez más la lluvia caer.

Lamento no estar con mi madre y al mismo tiempo, agradezco no extrañar a quién en algún momento llamé papá.